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    BOGOTÁ, en el Museo de Arte Moderno de Bogotá
    Por Kyle Bentley
    Art in America
    EE.UU.
    20 de Junio, 2016

    El artista venezolano Oswaldo Vigas (1923-2014) es un caso particular. Pasó gran parte de su carrera asumiendo estilos modernistas establecidos tiempo después de que estos momentos habían pasado o en el momento en que estaban siendo eclipsados, y de esa manera viene a ser un tipo de persona curiosa y tal vez obstinada: siendo a veces un seguidor y no exactamente un seguidor; a veces siendo tanto un autodidacta que colabora ansiosamente con la innovación anterior como un estricto adversario de la moda actual. En retrospectiva, su práctica puede parecer casi maníaca, dado que produjo entre cinco mil y ocho mil pinturas (por no hablar de los dibujos, murales, grabados, cerámicas, tapices, esculturas, joyas...) y que este esfuerzo significativo lo encontró luchando con proposiciones divergentes como el cubismo, el surrealismo, el constructivismo, el informalismo y el expresionismo abstracto, así como con una serie de proyectos estéticos asociados a artistas individuales. Mientras que un impulso inquieto no es en sí una cosa mala, aun se discute si la "pasión" de Vigas en última instancia (como muchos críticos lo han puesto) obstaculizaba su trabajo.

    Entre las piezas más antiguas en la exposición Oswaldo Vigas: Antológica, 1943-2013, una encuesta de la gira que vi en Bogotá y que ahora se muestra en el Museu de Arte Contemporânea en São Paulo, es una pintura llamada Composición IV. Formas parecidas a cúmulos flotan en medio de un campo geométrico colorido aparentemente fijado por sus planos en ángulo, la imagen que aparece como una fractura cubista de un paisaje surrealista. El hijo de Vigas me mencionó que Vigas aún no se había encontrado con el arte moderno europeo cuando hizo esta pintura y mientras vivía aislado en una ciudad provincial de Venezuela había llegado inexplicablemente en su propia cuenta, al cubismo. La observación refleja la forma en que el trabajo de Vigas en general, ha sido enmarcado, por el propio Vigas y por otros. "Magia" es un tema predominante, con Vigas fungiendo como un artista visionario cuyo trabajo opera a través de canales místicos que golpean ligeramente en un submundo precolombino de sombras. De Vigas: "Nuestro continente está lleno de señales y advertencias oscuras. Signos telúricos, la magia, o los exorcismos son componentes profundos de nuestra condición... La intención de mi pintura es llegar a ellos, interpretarlos y traducirlos en nuevas advertencias”.

    Sin embargo, antes de la magia hubo una persecución hacia algo más pragmático – la medicina. Vigas estudio para ser cirujano. Recibió su título en Caracas en 1951, pero no ejerció la práctica, centrándose en su lugar más bien en la anatomía del arte. Él se había interesado en artefactos precolombinos, principalmente en las figurillas de la Venus de Tacarigua, representaciones de arcilla de una deidad con una cabeza alargada y ojos en forma de vulva producidas por una tribu nativa de un área cercana a la Valencia de hoy, donde el propio Vigas nació. A principios de la década de 1950, utilizó esta Venus como la base para una serie de pinturas que representan figuras femeninas de aspecto primitivo, que un poeta amigo describió como "brujas". Vigas aprobó la designación, y se convirtió en el motivo central de su carrera. Un ejemplo característico, incluido en la Antológica, es Bruja Infante (1951), en la que una figura de cabeza ancha, cuerpo aplanado con los pechos torcidos, se presenta como heredera aparente tanto de “las brujas” como de Las Señoritas de Avignon.

    En 1952, con un billete de avión que recibió como premio a otra pintura sobre las brujas -La Gran Bruja (1951) -Vigas se trasladó a París. Alrededor de este tiempo, comenzó a hacer pinturas casi caricaturescas con formas de hoja de guadaña y criaturas de pesadilla parecidas a las presentes en la obra de Wifredo Lam, y luego, en otro marcado cambio, tomó un estilo geométrico semi-figurativo basado en el constructivismo de Joaquín Torres-García. Pronto se trasladó totalmente hacia la pintura geométrica y otra vez -en los años 60, mientras el nuevo realismo fue creciendo rápidamente alrededor de él en París, junto con Op y el arte cinético realizado por sus compañeros latinoamericanos- abandonó el constructivismo por un modo muy reciente y diferente, el Informalismo. Luego desapareció la geometría, y aparecieron parches de marañas de pintura que oscurecen la imagen o, en una versión más en el estilo de Nueva York, trazos agresivos o salpicaduras.

    Después de vivir doce años en París, Vigas regresó a Venezuela con su esposa francesa. Tomó un nuevo estilo figurativo y lo persiguió en direcciones astilladas hasta el final de la década de 1980. Seres con cabezas de la Venus de Tacarigua y todo tipo de distorsiones corporales aparecen como si nos llegaran de algún otro lado. A veces tienen desafortunados ecos con versiones de Hollywood de los extraterrestres, sobre todo cuando se dan la mano en la manera de "Saludos, terrícola". Tal vez esto es magia. Tal vez es schlock. En cualquier caso, Vigas produjo sus pinturas más fuertes durante este período, especialmente después de que él se movió más allá de simplemente rehacer a las mujeres de de Kooning, hacia la creación de imágenes como Personaje (1976), una representación de un animal rayado con extremidades en forma de pico y un pendiente colgante en forma de hoja, y Génesis (1980), un díptico ardiente en el que dos figuras arquetípicas evocan símbolos de Marte y de Venus.

    Mientras Vigas podría ser bien visto en Venezuela como intérprete temprano de la abstracción, su contribución a la historia del arte en general no está clara. ¿Hay realmente una diferencia entre introducir máscaras africanas en el arte moderno, como Picasso lo había hecho anteriormente, e introducir la Venus de Tacarigua en el arte moderno, como lo hizo Vigas medio siglo después? ¿Importa que la Venus de Tacarigua esté ligada a la región geográfica en la que Vigas nació? ¿Cambia eso la naturaleza de la apropiación? Hay una sensación persistente de que la diferencia entre las referencias primitivas de Vigas y las de los artistas anteriores a él es sobre todo formal, y que su representación de un médium que conectó la abstracción del siglo XX con la magia precolombina era sólo un ángulo, un punto de vista.