Ídolos y personajes
Carlos Silva
El Nacional
Caracas, Venezuela. Noviembre,1984
No importa cuan familiarizados creamos estar con la obra de Oswaldo Vigas, siempre que el artista presenta un conjunto de creaciones como una exposición, nuestra percepción resulta recompensada con la maravilla de un arte profundo signado por la autenticidad.
En esta ocasión, la muestra "Ídolos y Personajes" permite al público y a la crítica una aproximación quizá muy poco entrevista anteriormente. Y es con justeza ese título la clave inicial para devanar el compuesto de estructuras y mensajes, manifiestos o subyacentes, dispuesto en niveles de significación que exigen una lectura acumulativa para su progresivo esclarecimiento.
Dentro de esa persistencia de la imagen, de esa iconografía tan extensa e intensamente trabajada por Vigas (brujas, dioses, demonios, animales, ancestros...) a lo largo de cuarenta años, cabe señalar una diferenciación fundamental entre dos tipos de figuras-contenidos que aparecen como dos momentos de un mismo proceso creativo. Vigas llega a establecer, desde época temprana, su repertorio expresivo. Con una lucidez que espanta (por anticipar su propio destino) el artista posee ya en 1950 los elementos básicos, concentrados, de su ulterior discurso y decurso plásticos. No se trata, desde luego, de ser dueño, ya en una etapa inicial, de una especie de breviario o catecismo de formas más o menos esquemáticas para ser utilizadas posteriormente según las distintas oportunidades. Claro que no; Vigas tiene un talante dramático muy acusado como para ser un pintor de esos que convierten las formas en fórmulas. Su vitalismo manifiesto y confeso le hubiera impedido hacer uso de tal recurso.
Lo que Vigas adquiere, filtra y plantea desde el comienzo son los arquetipos, las estructuras modélicas de su cosmovisión. En otras palabras, las pautas básicas resultantes de su interpretación del hombre y del mundo americano. Son visiones descarnadas, decantadas y esenciales: son tramas caligráficas de signos insustituibles que se constituyen como arquetipos de formas sucesivas.
Son ídolos
Ellos están presentes tanto en la conformación de aquellas "Brujas" de treinta años atrás, como en los dibujos en tinta china sobre hojas de periódico que ahora podemos admirar. Los ídolos de Vigas hablan un lenguaje universal, litúrgico y eterno pues fueron concebidos como la armazón lingüística esencial del artista. Están fuera de toda circunstancia y contingencia en su hieratismo enigmático. Y para aumentar el poder del mensaje, Vigas coloca sus ídolos, en un contraste audaz, sobre la más cambiante cotidianeidad: las páginas de avisos clasificados. La persistencia de la imagen, del icono, del ídolo, se adueña del espacio y del tiempo, sobreponiéndose al vaivén de los afanes diarios de la vida.
Pero de esas ideas-ídolos se desprenden formas particulares con definida idiosincrasia; figuras y climas perfectamente distintos, con su propia carga de emblemas y de heráldica. Y así nacen las formas y seres personales, los personajes. Cada personaje es único, individual en su fiesta y drama particulares. Poseen su propio espacio significativo, reforzado por la simbología variable en cada caso. Dos o tres personajes de Vigas son figurativamente distintos entre sí pero esencialmente idénticos porque derivan de los mismos ídolos.
Los ídolos significan el estilo de Vigas y los personajes la manera concreta de desarrollar dinámicamente dicho estilo. Entonces, ¿Oswaldo Vigas platónico? ¿Por un lado ideas-esencias (ídolos) y por otro las realizaciones vitales de las mismas (los personajes)? ¿Y por qué no? Los artistas de raza siempre nos sorprenden.
