Regreso a la patria

1964 – 2003

... Nuestro continente está poblado de señales y advertencias oscuras. Signos telúricos, magia o exorcismos son componentes hondos de nuestra condición. Al mismo tiempo que nos revelan, estos símbolos nos sitúan y comprometen dentro de un mundo de efervescencia inquietantes... La intención de mi pintura es llegar hasta ellos, interpretarlos y traducirlos en nuevas advertencias.”
Oswaldo Vigas, 1967

Vigas regresó a Mérida, Venezuela, en 1964, para luego establecerse en Caracas en 1970. Su regreso a Venezuela, posterior a su experiencia vivida en París, marcó la llegada de lo que los críticos de arte denominan el período neofigurativo de Vigas, en el cual, retoma el tema sobre lo arquetipal femenino –anteriormente trabajado en las Brujas– y la factura libre, expresiva y feroz de Signos y Personagrestes. El resultado fueron las series María Lionza, Señoras y otras piezas en las que fusionó lo divino, lo humano y lo animal con una fantasía poderosa y desenfrenada.

Durante los años 70 y los 80, Vigas continuó pintando con mucha intensidad, pero sin embargo tuvo el tiempo de producir cerámicas, esculturas, tapices y grabados. Al igual que en sus pinturas, sus obras tridimensionales y sus tapices están profundamente enraizadas en la reducción de una figura que encarna la "figuración" de los elementos abstractos y que define a un cuerpo femenino como se puede observar en Medea, un bronce de 1985, o en Dama Verde, un tapiz de 1976.

En la década de los años 90, el artista continúa desarrollando una figuración muy asociada, desde el punto de vista formal y temático, a la ingenuidad primitiva, todo esto concebido a su vez, con un criterio muy contemporáneo. Esta pintura, a menudo austera en color, se sostiene mediante el dibujo, visto éste no sólo como elemento estructural de la pieza sino también porque es el medio que lo religa a lo contemporáneo: a los criterios del art brut, entre otras manifestaciones culturales propias de la contemporaneidad. Durante estos años Vigas desarrolló un vocabulario personal, alcanzando una madurez en su lenguaje visual que continuaría explorando hasta sus últimas obras.

Su pintura, desde los años setenta a la actualidad, pueda verse como un proyecto visual siempre en curso. Cada uno de sus períodos surge del anterior, no de manera progresiva y secuencial, sino como resultado de una constante revisión de temas, actitudes y emociones.

Texto
Susana Benko
Amalia Caputo