logo_darklogo_darklogoOV-darklogoOV-dark
    • Ing
    • Esp
    • CATALOGUE RAISONNÉ
    • EXPOSICIONES
      • FUTURAS
      • PASADAS
        • Individuales
        • Colectivas
    • VIDA
      • BIO
      • CRONOLOGÍA
        • CRONOLOGÍA > AÑOS 40
        • CRONOLOGÍA > AÑOS 50
        • CRONOLOGÍA > AÑOS 60
        • CRONOLOGÍA > AÑOS 70
        • CRONOLOGÍA > AÑOS 80
        • CRONOLOGÍA > AÑOS 90
        • CRONOLOGÍA > AÑOS 2000
    • OBRA
      • PINTURAS
        • Inicios
        • La Experiencia Europea
        • Regreso a La Patria
        • Últimos Años
      • OTROS MEDIOS
        • Dibujo
        • Escultura
        • Cerámica
        • Gráfico
        • Tapiz
        • Mural
    • CONTEXTO
      • VIGAS Y SUS CONTEMPORÁNEOS
        • Picasso
        • Guayasamin
        • Lam
        • Leger
        • Ernst
        • Saura
        • Szyszlo
        • Toledo
        • Corneille
        • Appel
        • Jorn
    • PUBLICACIONES
      • LIBROS
      • CATÁLOGOS
    • MÁS
      • VIGAS SOBRE ÉL
      • ANÁLISIS CRÍTICO
      • ENSAYOS
        • Marta Traba
        • Eduardo Planchart Licea
        • Gaston Diehl
        • Jean Clarence-Lambert
        • Katja Weitering
      • ARCHIVO
        • PRENSA
        • FOTOS
      • MEDIA KIT
    • FUNDACIÓN
      • ACERCA DE
      • EQUIPO
      • AUTENTICACIÓN Y REGISTRO
      • CONTACTO
      • CRÉDITOS
    ✕
    • LIBROS
    • CATÁLOGOS

    Oswaldo Vigas pinturas de los años 1960 - 1964
    Sala de exposiciones, Fundación Eugenio Mendoza, Caracas, Venezuela
    1964

    Raoul Jean Moulin. Paris 1964
    Traducción de Juan Sánchez Peláez

    • En 1956, la primera exposición de Vigas en París ponía en evidencia las sujeciones de un oficio: una seducción de materias trabajadas con aplicación, una disciplina de formas estáticas y definidas. Cerrada en sí misma esta pintura no podía más que reaccionar.
    • Su contra-ataque fue de una extrema violencia. La tela se aligeró, el color se iluminó, las estructuras desaparecían. Un espacio surgía de la materia dominada, propicia a todos los descubrimientos y ampliamente abierta a la luz. A partir de entonces la vida se hizo posible: se apoderó del menor estremecimiento coloreado, a la vez que concentraba sus fuerzas más vivas en algunas zonas de tensión. Así progresivamente irrumpieron conflictos que iban a trastocar esta visión despojada y transparente del universo.
    • Un tumulto cromático invadió el campo expresivo, obligándole a un control permanente de sus medios. Afrontando la realidad en las contradicciones de su desarrollo orgánico, Vigas apreció de súbito la capacidad posible de su poder creador; tomó conciencia de la originalidad de su lenguaje, liberó su propia personalidad.
    • El gesto, hoy en día, no se satisface de su rebelión. Por medio de ofensivas concertadas, que son otras conquistas sobre sí mismo, Vigas organiza su acción. Exige de su color crudo, de latigazo, una potencia natural, una virulencia a toda prueba. Realza su trabajo y lleva a efecto los objetivos que se fija, esforzándose en precisar, siempre mejor, el sentido de su busca y el impulso que le hace actuar.
    • Si la pasión y la violencia caracterizan el arte latino americano en su conjunto, una y otra asumen en la pintura del venezolano Oswaldo Vigas dimensiones particulares a cuyas significaciones no debemos escapar. No se trata en realidad de conceptos destinados a proporcionar alguna profundidad a la gratuidad de un ejercicio puramente técnico, sino de una pasión y de una violencia efectiva en el trabajo creador, en el acto mismo de la pintura, considerada como medio de conocimiento y comunicación entre los hombres.
    • Con Vigas la actividad artística no tiene por objeto exclusivo el simple deleite de los sentidos, sino que se hace por el contrario la manifestación de una personalidad, de una voluntad de actuar sobre el mundo para dominar sus fuerzas y mejor realizarse. Por su gesto físico, el pintor afronta la naturaleza, se apropia la realidad en lo complejo de su movimiento dialéctico, y entra en revolución. El fulgor de sus coloraciones, la intensidad y la decisión de la escritura, los sordos empujes de una materia siempre en devenir, crean imperiosas tensiones dramáticas que Vigas mantiene y exalta hasta el límite extremo de sus resonancias, porque él sabe claramente lo que quiere. El fogoso arrebato de su expresión no es juego ni estilo, sino la acción resuelta de un hombre a través de la realidad tumultuosa del nuevo mundo, la dura y lenta conquista de la libertad.
    • No temamos mirar de frente esta pintura: ella carece de complacencia y no nos ahorra ningún detalle. Ella arraiga en nosotros y nos desgarra al entregarnos la imagen contradictoria de nuestra vida, imagen no inmutable, sensible a los latidos del hombre y que por tanto nos arma para vivir mejor.
    • Pintura directa, sin ornamento ni prosa que obliga al hombre a actuar, a tomar conciencia de su fuerza. Y con la cual participamos en la manifestación de una concepción del mundo, vinculada a una moral de la acción.