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    Oswaldo Vigas, pasión por la creación
    Galería CAF, Caracas, Venezuela
    Marzo 2007

    "Oswaldo Vigas es uno de los verdaderos inventores del arte latinoamericano. (...) Él es de aquéllos que más han contribuido a mantener vivas las tendencias culturales naturales de su continente, las cuales son, como él mismo las definió... de carácter prelógico, mágico, mitológico, antirracionalista. (...) Vigas ha sabido realizar una síntesis original, es decir, personal, entre estas tendencias naturales preservadas y las investigaciones plásticas, más creadoras de la modernidad..."

    Esta concluyente cita del crítico francés Jean Clarence Lambert, contenida en el catálogo de la retrospectiva Vigas de 1952 a 1993 en el Museo La Monnaie de París (1993), resume la presencia de este artista esencial, de genuina estirpe americana, en el mundo de la plástica internacional.

    Su precoz vocación por la creación artística se inicia en Valencia, su ciudad natal, donde a temprana edad es merecedor de importantes reconocimientos. Siendo muy joven, recibe el Premio Nacional de Artes Plásticas y se vincula con destacados artistas pertenecientes a los movimientos de vanguardia de la mitad del siglo XX tanto en Venezuela como en Francia, residenciándose en París en 1952.

    El arraigo por su país lo impulsa a regresar a Venezuela en 1964. Desde entonces se ha dedicado a seguir construyendo una extensa obra, de fuerte expresión, que hoy aparece como una referencia esencial del enigma plástico latinoamericano.

    La Corporación Andina de Fomento reúne en su galería de arte una muestra que evidencia, de una manera breve, la apasionada profundidad del talento de este creador venezolano cuya larga trayectoria continúa desplegándose con una diaria e ilimitada dedicación. Oswaldo Vigas, pasión por la creación es el título más preciso para una exposición que busca rendir homenaje a este maestro clave del arte latinoamericano, cuya obra abraza las raíces de nuestra historia y nuestra geografía.

    Oficina de relaciones externas
    Corporación Andina de Fomento

    Oswaldo Vigas, pasión por la creación.

    En esta muestra hemos dado énfasis a la pasión de un maestro por la creación artística. No se ha querido realizar una curaduría que tenga como referente planteamientos teóricos ni análisis de tendencias pictóricas, sino tratar de transmitir el sentir del artista expresando, en una conversación informal, su relación con la actividad creadora y algunas de sus experiencias vitales.

    La obra de Oswaldo Vigas, desde siempre inmensa, intensa e incesante, ha sido plasmada sobre los soportes más diversos e insólitos. Consideramos de mucho interés compartir lo que un maestro como Vigas tiene que decir acerca de esa necesidad de crear que parece poseerlo.

    Conversación con Vigas

    -¿Cómo se manifestó su primera inclinación hacia la plástica?

    En la escuela primaria. Yo hacía teatro, y siempre en las obras - en su mayoría comedías - faltaba la ambientación, y como me veían dibujar me pedían que participara en la realización de los telones de fondo. Pero mis primeras obras fueron gouaches sobre papel y mis primeros óleos los pinté sobre pedazos de loneta de un viejo catre.

    -¿Cuándo expuso por primera vez?

    En 1942 mandé ilustraciones para poemas de Arturo Machado, María Clemencia Camarán y otros, al Primer Salón de Poemas Ilustrados en el Ateneo de Valencia. Un día me llamaron para que fuera a recibir el primer premio. Estaba sentado en la última fila y cuando me nombraron me paré. Al caminar oía que la gente murmuraba porque aún tenía pantalones cortos.

    -¿Cuándo vendió su primera obra?

    El Dr. Jorge Lizarraga me compró, en 1942, dos obras, me parece recordar Flor y Formas y La iglesia de Guacara, cuadros semi-abstractos con elementos surrealistas.

    -¿Cuál fue la influencia más importante en su actividad creativa?

    Los grandes maestros, que conocí posteriormente en los valiosos libros la biblioteca de Luis Eduardo Chávez en Valencia. Pero ya yo tenía mucha obra realizada en pequeños formatos. Las primeras cosas que dibujé y pinté fueron absolutamente espontáneas... la gente decía que no sabía pintar porque lo que hacía no se parecía a nada... 

    Después de haber pintado durante años de una manera intuitiva, hice mi propia academia, dibujando desnudos femeninos y masculinos, caras, cuerpos, autorretratos, retratos de mi madre, hermanos y por supuesto paisajes y naturalezas muertas.

    Cuando llegué a París, me inscribí en la Escuela de Bellas Artes, en el taller de litografía y grabado que dirigía Marcel Jaudon y luego en el de Stanley William Haiter.

    -¿En qué medios y en qué momentos se expresa con más libertad?

    Dibujando, y cuando siento que no me agobian las responsabilidades, lo cual sucede en particular durante mis viajes.

    En esos momentos hago dibujos sobre cualquier soporte: manteles de papel, servilletas, tickets de metro, papel de periódico...

    En el material deleznable no hay retención, el peor material tiene la ventaja de que no despierta resistencia psicológica en el artista. Los papeles nuevos ofrecen resistencia porque es una superficie blanca y limpia, uno siente que la puede echar a perder.

    En cambio, en un pedazo de papel de periódico no se tiene ese problema, uno lo raya como quiere y a veces hace cosas buenas, y tiene la ventaja de que no le caen hongos gracias a las tintas, aunque se puede amarillar. Pintores famosos han realizado óleos bellísimos sobre papel de periódico y los pegan sobre tela después.

    De esos dibujos que realizo espontáneamente, algunos los retomo después para pinturas, grabados, esculturas o cerámicas. Yo no creo en "evolución" en materia de arte, nunca he tenido una línea continua, voy para adelante y después para atrás, a un lado y al otro...

    -¿Cómo es un día en la vida de Vigas?

    Detesto la rutina, no creo en la disciplina ni en la inspiración, nunca espero la inspiración para hacer algo, las cosas se hacen con trabajo y no con inspiración.

    No todos los días pinto, sólo cuando puedo y cuando tengo ganas, y cuando no hago otra cosa como cocinar, por ejemplo.

    Me levanto lo más tarde posible, porque los problemas comienzan cuando sales de la cama... todo se complica cuando uno se levanta. Me encanta dormir, creo que es lo mejor que uno tiene. Sueño, pero no mucho y sólo recuerdo los sueños trascendentales. Todo el día es como al comienzo y se parece al final. Pero no hay regla, la única regla es que no hay regla, no hay disciplina ninguna. El trabajo no es desagradable porque es libidinal, es la libido la que interviene y eso produce placer, aun cuando sufres, es placentero.

    -Veo que le gusta cocinar y está preparando una mermelada de naranja amarga ¿Cómo aprendió a hacerla?

    Como la pintura, haciéndola, trabajándola, la pintura se aprende trabajando.

    -¿Cómo ha sido la relación con los artistas con los que ha compartido?

    Al llegar a Caracas, en 1948, busqué un lugar para vivir cerca de la Escuela de Bellas Artes y de la Universidad. Conseguí una pensión de Fe a Santa Bárbara donde vivía Humberto Jaimes Sánchez, Ángel Hurtado, Omar Carreño, Víctor Valera y Genaro Moreno; ellos fueron mis primeros amigos en Caracas.

    He tenido amigos muy queridos. Hicimos un trío Ángel Hurtado, Jaimes Sánchez y yo en el Taller Libre de Arte. Alirio oramas, quien lo dirigía, fue el que me llevó. También estaban Mario Abreu, Luis Guevara Moreno, Régulo Pérez y otros.

    -¿Cuáles han sido los momentos más importantes en su vida artística?

    En 1951 me gradué de médico y al año siguiente recibí el Premio Nacional de Artes Plásticas, el Premio Bou/ton y el Premio Arturo Michelena.

    -Sabemos que usted se encontró con grandes artistas en su época de París.

    ¿Cuáles son los que más recuerda?

    Max Ernst, Fernand Léger, Jean Arp, Alberto Magnelli, Baltasar Lobo, Alfred Mannessier, Jean Dewasne, Víctor Vasarely, algunos de ellos, por cierto, me fueron presentados por mi querido y admirado amigo, arquitecto Carlos Raúl Villanueva. 

    En cuanto a Picasso, fue el pianista venezolano Humberto Castillo Suárez quien me llevó a conocerlo en 1955 a su casa La Californie en Cannes. Fue un encuentro humano de extraordinaria empatía, más allá de toda consideración artística y pictórica. Me trató como a un colega, quería conocer mi trabajo y me pedía opinión sobre lo que estaba pintando y sobre su obra. Fue un momento excepcional en mi vida. Lo vi tres días seguidos y cuando nos despedimos los dos nos pusimos a llorar. Me hizo prometerle que volvería, lo cual nunca pude hacer por razones que sería muy largo explicar aquí.

    -¿Y Reverón?

    Lo conocí antes de irme de Venezuela en una visita que le hice en compañía de los amigos del Taller Libre de Arte y de Rafael López Pedraza. Recuerdo que me metió los dedos en los oídos diciéndome que tenía que sacarme los bichos que podía tener en la cabeza, que a él le atormentaban. Ángel Hurtado tomó fotografías de ese encuentro.

    -En esta conversación que hemos tenido durante estos días he descubierto que usted escribe poesía. ¿Cuándo comienza a escribir?

    Desde la adolescencia. Siempre he escrito: muchos ensayos, artículos para periódicos, poesía y hasta piezas de teatro.

    -Bueno maestro, lo único que le falta a usted es cantar o tocar algún instrumento musical...

    Pero soy un melómano, me gusta y gozo mucho la música. De niño comencé a estudiar piano en el Ateneo de Valenciano dejé porque no tenía el instrumento.

    Mi compositor favorito es Chopin, pero me encanta Mozart, Bach, Beethoven, Prokofiev, Moussorgsky, Stravinsky... 

    La vida me ha acercado a grandes músicos como Jean Fierre Rampal, Narciso Yépez, Byron Janis, Yoyo Ma, Henryck Szeryng, mi compadre Mauríce Hasson, sin olvidar a Krzysztof Penderecki con quien mantengo la relación. Krzysztof empezó un "Cuarteto para Oswaldo" en mi taller, en 1987, viendo mi serie de óleos sobre la crucifixión.

    Esta sencilla y emotiva conversación, de preguntas y respuestas espontáneas en la casa del artista, se prolongó en silencio en el fascinante ambiente de su taller, lleno de olores y colores, donde realizamos la selección de las obras que se presentan en esta exposición.

    Una vida al lado de Vigas

    Durante los días de visita al maestro, una presencia nos acompañó incansablemente. Atenta y cordial, Janine Castes, francesa, nacida en Montauban - tierra de Ingres y Bourdelle -, esposa de Vigas desde 1963 y madre de su único hijo, Lorenzo, es conocedora como nadie de la obra de Vigas. Colaboradora entusiasta y dispuesta a ofrecer generosamente su apoyo, aceptó, por primera vez, responder a algunas preguntas acerca de su vida con Vigas.

    -¿Cómo conociste a Vigas?

    Casi a su llegada a Francia, unos meses después, al mismo tiempo que a los del grupo venezolano en una reunión organizada por Les Jeunesses Musicales de Ranee sobre el folclore venezolano. Recuerdo particularmente a Humberto Jaimes, Ángel Hurtado, Jesús Soto y Elbano Méndez Osuna. Fue indudablemente el "coup de foudre", pero yo era muy jovencita y muchas cosas ocurrieron antes de que yo me volviera "Vigas". Eso es para un cuento largo.

    -¿Cuál fue la primera obra que viste de su trabajo?

    No recuerdo. ¡En esa época (y todavía) él me interesaba más que sus obras!...

    -¿Cómo es la vida al lado de un maestro como Vigas?

    Muy enriquecedora y difícil a la vez. ¡Esto también sería un cuento largo!... pero para ser breve puedo decirte que lo bello hace olvidar lo difícil.

    -¿Cómo lo apoyas?

    Admirándolo. Esa es la palabra mágica. Admirando todo lo que hace y, sobre todo, el "recién nacido", que sea pintura, escultura, dibujo, poema u otra cosa. Luego vienen las críticas, cuando otro ha nacido. Oswaldo suele decir que ¡soy su peor (o mejor) crítico!

    -¿Cómo crea Vigas?

    Es su manera de respirar. Todo el tiempo y en cualquier circunstancia. Pero hay una aceleración en los momentos excepcionales: atracos y duelos, por ejemplo. Viajes también, y sobre todo en todos los momentos de adversidad.

    -¿Cuáles han sido sus mejores y peores momentos?

    Lorenzo, naturalmente, nos ha proporcionado de los dos. Luego, para los buenos, las grandes exposiciones (las pequeñas también), los reconocimientos, los Premios. Y, para los malos, sobre todo las enfermedades. Por cierto a veces me pasa por la cabeza la idea de escribir algo sobre nuestra vida, en gran parte dedicada a la trascendencia de la obra

    "...Vigas posee su propio misterio, sus propias líneas, sus propios colores. Pinta con hondura apasionada, con desgarrada sensibilidad. Busca, a través de las líneas modernas, la más antigua expresión de nuestra tierra.(...) Me cuento entre quienes creen en el futuro de este joven pintor venezolano."

    Miguel Otero Silva, 1952

    "Oswaldo Vigas es uno de los pocos artistas venezolanos que pintan desde una individualidad donde no aparecen influencias de escuelas ni de épocas."

    Rafael López Pedraza, 2007

    "... No he sido nunca rigurosamente abstracto, ni rigurosamente figurativo. Lo que he tratado de ser siempre es rigurosamente Oswaldo Vigas..."

    O.V., 1958

    "...Materias telúricas, asuntos fantasmagóricos reemprenden todos los días en la pintura de Vigas, la odisea retrospectiva del hombre de América en pos de sus orígenes..."

    Aquiles Nazoa, 1970

    "...Vigas pertenece a una noble estirpe contemporánea... Coloco en ella a todos los artistas latinoamericanos de valor que siguieron lealmente un punto de vista, sin aceptar imposiciones desde afuera por la presión de la moda o urgencia del cambio."

    Marta Traba, 1973

    "...Me interesa revitalizar el arte arcaico como lo más vital del arte contemporáneo. Revitalizar ese sentimiento a través de lo más importante que uno debe haber conservado: su condición de niño."

    O.V, 1996

    "... Actualmente trato de conservar un justo equilibrio, un compromiso entre el impulso inicial y la razón organizadora. Realizo muchos bocetos espontáneos que voy ejecutando casi automáticamente a lo largo del día... y cuando un motivo está maduro lo traspongo a la tela en una sola sesión. Al comienzo con un poco de premeditación y luego, a medida que avanza, de manera más espontánea, alejándose muchas veces en el camino del proyecto inicial, hasta quedar -guardando lo esencial de las diversas etapas sucesivas- en el otro extremo del asunto..."

    Conversación con Juan Calzadilla, 1988.

    "... Actualmente trato de conservar un justo equilibrio, un compromiso entre el impulso inicial y la razón organizadora. Realizo muchos bocetos espontáneos que voy ejecutando casi automáticamente a lo largo del día... y cuando un motivo está maduro lo traspongo a la tela en una sola sesión. Al comienzo con un poco de premeditación y luego, a medida que avanza, de manera más espontánea, alejándose muchas veces en el camino del proyecto inicial, hasta quedar -guardando lo esencial de las diversas etapas sucesivas- en el otro extremo del asunto..."

    Conversación con Juan Calzadilla, 1988.