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    Los Distintos rostros de Venus
    Por: Enrique Planas
    El Comercio
    Lima, Perú. Enero, 2014

    Por primera vez en 40 años, la obra del desaparecido venezolano Oswaldo Vigas puede verse en el MAC.

    Murió en Caracas, a los 87 años de edad, el pasado abril. Y quería acompañar esta muestra en Lima, ciudad en la que no presentaba su obra desde la década del setenta. Ahora, las notables pinturas del artista plástico venezolano Oswaldo Vigas se expone en el Museo de Arte Contemporáneo, y es imposible recorrer esta antológica sin sentir aquella ausencia. “Su muerte me afecto muchísimo. Se fue hace cinco meses y todavía estamos en duelo”, comenta su hijo, el cineasta Lorenzo Vigas, director de la fundación que vela por la obra del pintor. 

    La curadora Bélgica Rodríguez es la responsable del diseño de la antología del irrepetible maestro venezolano. 

    Su interés fue mostrar cómo la figura humana va cambiando a lo largo de 70 años de trabajo plástico. “La figura en la obra de mi padre parte de unas imágenes prehispánicas, de cabezas aplastadas, llamadas las Venus de Tacarigua, figuras femeninas realizadas en arcilla que se descubrieron en Tacarigua, cerca de Valencia, la ciudad donde nació mi padre”. Explica el cineasta.

    Así esas primeras obras fechas  en 1951 son el inicio de su obsesión por vincular la herencia prehispánica venezolana con la plástica contemporánea. 

    “Esas Venus a lo largo del tiempo fueron cambiando, se volvieron a veces abstractas, otras veces geométricas. Son figuras arquetipos, que tienen que ver con la maternidad.  La idea de la exposición es repasar cómo ha cambiado este ícono femenino en la obra de mi padre”, señala Vigas. 

    Por cierto la obra de Oswaldo Vigas fue, durante toda su vida, un contrapunto a la fuerza del cinetismo venezolano, la escuela artística predominante y antagónica. “Llego un momento en que, en Venezuela, el arte cinético era el arte oficial. Los artistas cinéticos decían que la pintura se había acabado, que los pintores ya no valían nada. Y mi papá era muy crítico frente a esa visión oficialista. Tuvo grandes peleas ventiladas en los periódicos en los años setenta. A veces con sus gran amigo Jesús Soto, de quien luego se distanciaría o con curadores que privilegiaban abiertamente el cinetismo sobre todo lo demás” recuerda su hijo. 

    Sin duda el espectador peruano podrá encontrar familiar el lenguaje de Vigas, pues dialógicamente con discurso de nuestra modernidad pictórica. No sorprende saber la gran amistad que unió al artista venezolano con nuestro maestro Fernando de Szyszlo. 

    “Ambos se conocieron en Paris en los años 50. Seguramente la visión que tenían, ambos de un arte que nos uniera con nuestras raíces, que nos afianzara en nuestra identidad, debió haberlos unido mucho. Mi padre no solo quiso a Szyszlo como amigo, sino que lo admiro mucho como artista,” recuerda. 

    Road Movie con papá

    Lorenzo Vigas actualmente ha concluido un documental sobre la obra de su padre, tras cuatro años de trabajo. Titulada El vendedor de orquídeas, la cinta registra el viaje realizado por ambos, padre e hijo, por toda Venezuela, buscando un cuadro pintado por don Oswaldo en su juventud, cuyo nombre adopta el filme. 

    El vendedor de orquídeas es uno de los primeros cuadros de mi padre, pintado a los 15 años, y que más nunca volvió a ver. Durante toda su vida me hablo de aquella obra que él quería reencontrar. Entonces estaba en pleno proceso de aprendizaje. En aquella época hacía pintura figurativa y aun no encontraba su lenguaje moderno, copiando sus motivos de los mercados populares. Lo que siempre me llamo la atención fue que el tuviera la necesidad de volver a ver ese cuadro. Luego supe que había unas razones  emocionales muy potentes: Ese cuadro lo unió con un hermano de mi padre que yo nunca conocí,  mi tío Reinaldo, que murió a los 26 años. Entonces él mismo me propuso, como tema de una película, salir a buscarlo. Recorrimos todos los lugares en los que radicó antes de irse a París en 1952, justo después de graduarse de médico. La película es la busque da de esa obra”. 

    Así, El vendedor de orquídeas es una película sobre la memoria, una ‘road movie’ compartida con el padre y, por supuesto, la forma en que un cineasta ha encontrado para aliviar en algo el dolor de la ausencia. “Fue un proceso pesado pero a la vez liberador”, confiesa Vigas. “Repaso  la película y pareciera que mi padre estuviera vivo. He encontrado la manera de retrasar ese momento doloroso y terminar por aceptar mi herencia: soy alguien que hace películas y al mismo tiempo difunde la obra de su padre. Ese documental me ayudó mucho a entender mi posición y las cosas que quería hacer”, explica. 

    • ¿y por fin, encontraron el cuadro? - pregunto. 
    • - eso no te lo voy a decir- añade él.